Señores, déjenme decirles que esa frase ha pasado a convertirse en mi grito de guerra. Les cuento más...
Después de horas de contemplaciones al techo y cigarros fugaces, me di cuenta de que la mayor parte de mis arrepentimientos se debían a situaciones que no pasaron y que me dejaban con el joemadre "what if" mental (obviamente, aquí no están incluidos los momentos de ebriedad en los que me he visto relacionada... o eso dicen).
Así que llegué a la conclusión de —¿Saben qué? Nada, vale —. Y bueno, resultó mejor de lo que esperaba.
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