martes, 14 de agosto de 2012

Nada, vale

     Señores, déjenme decirles que esa frase ha pasado a convertirse en mi grito de guerra. Les cuento más...
     Después de horas de contemplaciones al techo y cigarros fugaces, me di cuenta de que la mayor parte de mis arrepentimientos se debían a situaciones que no pasaron y que me dejaban con el joemadre "what if" mental (obviamente, aquí no están incluidos los momentos de ebriedad en los que me he visto relacionada... o eso dicen).
     Así que llegué a la conclusión de —¿Saben qué? Nada, vale —. Y bueno, resultó mejor de lo que esperaba.

domingo, 12 de agosto de 2012

Sin fin

     (Relato escrito en conjunto con mi amiga E.A hace bastante tiempo y que había olvidado publicar).

     Quizás me crean loca, pero yo siento que llevo años despertando.

     Doy crédito a la inverosimilitud de los sueños, porque he sabido que en sus más agudas profundidades, todo es posible.

     La frente sudorosa, el pulso acelerado y la garganta seca caracterizaron mi despertar de esa noche. Cerré los ojos bruscamente cuando miré a mi alrededor. Oscuridad y silencio. El único sonido detectable era el de mis pensamientos.
      Me era imposible hablar. Las palabras no lograban salir de mi boca y no podía dejar de pensar en ese sueño del que recientemente había despertado.
     Todavía puedo sentir la lluvia en mi rostro y esa sensación de temor y alivio mezclados que la visión de aquella casa producía, aún no me abandona.
     La casa. Sí, ahora recuerdo... Ahí fue donde ocurrió todo.
     Estábamos yo y unas cuentas personas más en una autopista esperando algo. Algo que parecía no llegar. La noche se levantaba sobre nosotros y la lluvia caía sin compasión. Cuando, de repente, apareció la casa sumida en un silencio absoluto y sin ninguna luz encendida. 
     Tardamos algunos minutos discutiendo si debíamos o no explorarla y justo en el instante en el que decidimos hacerlo, surgió de la nada una camioneta, cuyos pasajeros murmuraron frases que demostraban temor. Y sin siquiera detenerse a ayudarnos, siguieron su camino, desapareciendo en la noche.
     Todavía sorprendidos por aquel extraño suceso, nos decidimos por fin a entrar y, personalmente, me dirigí a la puerta para revisar si estaba abierta. No obstante, al posar mi mano sobre el pomo de la misma me invadió una sensación de reconocimiento y atracción inexplicable, seguida por el encendido automático de las luces, encegueciéndonos. Fue ahí cuando "desperté".
     No lograba reconocer el lugar en el que estaba y, desesperada, busqué a mi alrededor alguna pista sobre mi paradero. 
     En medio de la confusión, tropecé con una mesa de la que un periódico cayó. Me acerqué y distinguí el titular de un artículo, el cual empezaba así:

"Hoy se cumplen 50 años del extraño suceso ocurrido en la mansión n°20 del km. 70, en la que la dueña de la misma asesinó brutalmente a 30 huéspedes mientras dormían".

     Quizás ustedes me crean loca, pero yo de verdad siento que llevo años despertando.